28 de febrero de 2011

Lo importante

Lectura: Mateo 16:21-28

Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma?

Hace varios años, un amigo mío visitó una exposición donde se exhibían restos del famoso y lamentable viaje del Titanic. A los asistentes, se les daba una réplica de un billete con el nombre real de un pasajero o de un tripulante que, décadas antes, se había embarcado en el viaje de su vida. Después de que el grupo recorrió la muestra, donde vieron piezas de vajilla de plata y otros artefactos, la visita terminó con un giro inolvidable.

En una pizarra grande, aparecían los nombres de todos los pasajeros, junto a la categoría en que viajaban: primera clase, segunda clase, tripulación. Cuando mi amigo buscó el nombre de la persona del boleto que él tenía, observó una raya a lo largo de la pizarra, que dividía los nombres. Encima de la línea se mencionaba a aquellos que se habían "salvado" y debajo, los "perdidos".

El paralelo con la vida en esta tierra es profundo. En realidad, no importa para nada la categoría a la que perteneces en este mundo. Lo único que importa, en definitiva, es si has sido "salvado" o si estás "perdido". Como dijo Jesús: "Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? (Mateo 16:26). Quizá ya has confiado en Cristo como tu Salvador, pero, ¿qué sucede con tus compañeros de viaje? En vez de catalogarlos por cuestiones externas, háblales de su destino final.

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Para la eternidad, lo que uno cree es más importante que lo que lleva a cabo.

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